Los aromas terciarios son aquellos que se desprenden del vino por haberse guardado y reposado dentro de su botella por un periodo de al menos 10 años antes de ser consumidos. Hay variedades que desarrollan estos aromas un poco antes, y algunas que tardan aún más en hacerlo.
Estos aromas se volatilizan por la combinación de precursores aromáticos, primarios y secundarios, y una cantidad muy baja de oxígeno en un largo periodo de tiempo. Este intercambio con el oxígeno se da a través del corcho, por lo cual la calidad del mismo para un vino de guarda debe ser muy alta.
Los aromas terciarios se desprenden de los aromas primarios y secundarios.
Dentro de los aromas primarios, los frutales se convierten en aromas de frutas secas, como la pasa de uva, el higo seco y los albaricoques secos. Por otro lado, los florales se transforman en pasto seco, heno y hierbas secas.
Los aromas secundarios, por su parte, se transforman en aromas especiados como el clavo de olor, la nuez moscada o aromas de café, cacao y chocolate amargo.
Los vinos que han pasado largos periodos por barricas de madera también pueden desarrollar aromas animales, de cuero o establo.
Algunas variedades como el pinot noir o el nebiolo desarrollan aromas de sotobosque, como los hongos de pino, tierra mojada y hojas otoñales.
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